La filosofía del estilo minimalista, que nació a finales de la década de los 60 en la ciudad de Nueva York, se podría resumir con la frase “menos es más”. Este estilo decorativo se caracteriza por la sobriedad, el empleo de una paleta de colores neutros y de formas geométricas simples.
decorar un salón de manera minimalista puede ser una opción económica para presupuestos ajustados, pues la clave está en combinar pocos elementos de manera adecuada. En el primer salón la paleta de tonalidades es oscura, predominan los grises y negros, siendo el elemento central un sencillo sofá de líneas puras. Tras él, un fotomural del paisaje urbano de la ciudad San Franscisco aporta una nota de modernidad y luminosidad al ambiente. La altura de la lámpara de pie contrasta con el mobiliario bajo de la estancia, que gana el amplitud al contar con pocos elementos.
El segundo salón apuesta por un minimalismo más clásico, con unos grandes butacones de piel en color café y una lámpara cuyo pie metalizado recuerda al trípode una cámara. En los laterales, una cortina tradicional a modo de telón de teatro da la bienvenida a la estancia. En la pared un fotomural, dispuesto como si fuese un cuadro, muestra la ciudad de Paris cuando cae la noche, iluminada por destellos dorados.
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